Aplaudimos la vida
con una voluntad
de amar,
de ser entre generaciones
de pura espontaneidad.
Nos soltamos,
y, al mismo tiempo, nos entregamos
a la experiencia
que nos sugiere y coloca
donde las ilusiones
nos ofrecen lo suficiente.
Estamos en paz.
Presentimos las creencias
con unas caricias
que nos llevan
donde las tentaciones
nos hacen sugerir
unas importancias mayores.
Es el amor,
y su relevancia vital,
que nos llega
con una fuerza descomunal.
Aplaudimos con hechos.
La excelencia nos ocurre.
Es la gran ocasión.
Juan T.
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