Eres la realidad de mi vida,
antes sueño,
ya pura alegría
con la que compartir cada instante,
cada segundo de una emoción
que ya no contenemos.
Eres la distracción
entre antojos que nos aclaran
las opciones
con las que alimentar
las entrañas de unas caricias
que nos sanan
ante las crisis permanentes
que nos regalan las circunstancias.
Nos hemos sobrepuesto.
Eres ese deseo entre bondades
que justifican el discurrir cotidiano
y que todo lo aclaran.
Somos transparentes
el uno con el otro,
y con la independencia cosechada
sabemos que nos uniremos
para siempre
desde la sinceridad y el respeto.
No se puede pedir más.
Juan T.
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