Abres el deseo
y nos vemos,
los dos, por siempre,
en él.
Hay sorpresa, sí,
pero, fundamentalmente, advertimos
la mayor fortuna.
La intuición
es sustituida por el afán,
que crece.
El deseo nos lleva
al otro lado del espejo,
y todo es un mundo maravilloso.
Despejamos incógnitas.
Juan T.
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