Cuéntame tu experiencia con la delicadeza de quien sabe que
salir al albero de la vida es jugártela a lo que pueda pasar. Claramente sucede
de todo. Las oportunidades son variadas, y de todo pelaje, y es bueno que sean
así, para que elijamos, que siempre podemos optar, aunque no nos parezca de
esta guisa.
Las opiniones y ópticas son relativas, como la percepción
de los eventos. No todo es bueno, ni malo... Cambiar de cristales nos regala
una contemplación excelente y más gratificante.
Los elementos decisivos, como los valores, son pocos.
Conviene tenerlos claros para no olvidarnos del espíritu que nos ha de embarcar
en las ingentes aventuras. Plantemos, pues, los pies, como los viejos vikingos,
ante la faz de los acontecimientos y tratemos de impedir que éstos nos lleven
por ahí a su albur, lejos, donde no queremos.
Es éste el momento, es el ahora, somos nosotros. No hay más
ingredientes, ni precisamos más. Los cobijos de antaño nos han de ayudar a ser
y a estar donde es adecuado. Mirar a los ojos de los compañeros de singladura
nos debe animar, si ellos experimentan el entusiasmo con nosotros. Puede, si no
lo hacen, que no sean los amigos convenientes.
Vivir del arrojo y del sacrificio, de la valentía, es la
base para un presente real y para un futuro dinámico. No nos estemos quietos,
que la historia se agota. Reparemos en las esencias con la voluntad de
descargarnos de aquello que no merece la pena.
Impongamos hitos que nos sirvan de guías. Lo óptimo y lo
pésimo son referencias relativas. Lo que es relevante son las ganas de
continuar, el coraje en definitiva. La tauromaquia aglutina exponentes de lo
que glosamos. Miren, por favor.
Juan TOMÁS
FRUTOS.
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