Sabes que me distraes
de buena mañana,
nada más amanecer,
incluso sin estar físicamente.
Lo sabes
desde hace tiempo,
y por eso nos vemos en sueños
y entre nubes de algodón azul.
Conoces perfectamente
mis anhelos y devociones:
entre las inclinaciones mutuas
nos hallamos cada noche,
y también al alba,
con los primeros rayos de un Sol
que lleva tu nombre.
Has aprendido a amarme
con el tiempo, con tranquilidad,
en esa esquina donde nos cantamos
hasta quedar exhaustos.
Sabes que me rompes
y apañas en paralelo,
así, con naturalidad,
con ímpetu y razones subjetivas.
Tenemos suerte
hemos buscado docencia,
y nos hemos encontrado.
¿Sabes?
Juan T.
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