Reservamos
lo querido, lo amado,
lo sentido,
y buscamos en otro lugar,
con mejor afán,
como si hubiera más verdades.
Al final, como al principio,
sabemos de una,
y es estar los dos juntos.
Nos contemplamos,
y en silencio nos decimos
que somos,
dentro de la incertidumbre,
la única verdad,
sin reservas, sin esperas,
sin quehaceres extraños.
Somos.
Sin vacilaciones.
Juan T.
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