Caricias simuladas

Me debes una razón. Ya te la daré con un beso soñador. Nos hemos detenido sin tiempo, y ahora toca reglar otro universo. Te pienso.

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Nos hemos asombrado en la larga espera que nos domina de principio a fin. Hemos supuesto muchas historias que no fraguarán.

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Nos hemos impuesto una militancia menos extrema. No te diré lo que soy, pues creo que lo sabes, aunque lo ignores.

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Te has propuesto dejarme atrás. Creo que lo harás. Has examinado otros corazones, que apenas te dicen lo que es, lo que será, lo que podrá ser.

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Las visiones de otros mundos nos cazan con sus vehemencias variadas. No te diré lo que nos podemos demostrar.

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Te haces daño. No debes pretender que los cambios sean radicales. Nos hemos animado a vivir en otra paz. Nos consultaremos otras posibilidades.

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Te expones a quedarte sola, pero también a ganar algunas partidas de hambre. No seremos, aunque lo pidamos, aunque lo pensemos.

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Haces caso omiso de mis valores, que seguramente no los tengo. Tiemblo ante la escena final que nos aguarda.

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Controlas todo ese espacio que fue determinante. Nos ponemos a escribir con sombras que se adueñan de las movidas del corazón, que sucumbe, siempre lo hace.

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Has aderezado tu mundo con pasión. Eso es parte del camino para llegar a la felicidad no adelgazada.

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Me miras y te ves en ese espejo que tú misma has colocado en el frontispicio de una palabra por encima de otra.

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Te llevo muy dentro de mí. Me arreglo el mundo lo mejor que puedo. Hemos simulado grandes caricias.

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No dejemos que el mundo se agote ahora que parece comenzar de buen grado. Nos hemos fijado tarde en lo que nos conviene.

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Te diré por qué somos los mejores de un mundo que sorprende. Iré a donde tú me señales que he de acercarme.