Recorro
ese azulado tono
de tus ojos,
todavía inventados.
Pienso
en el color claro
de tu pelo,
aún sin rozar.
Estimo
mis posibilidades abiertas
en canal, con claros
y oscuros de tibias
permanencias en calma.
Rompo
esa lanza preparada
para la paz,
y me dispongo
a cambiar todo
con el objeto de dar
con los sentimientos
que experimento cada día,
aunque tú no sepas
que sí, que soy yo
ese que te sigue
a distancia
y sin hablarte.
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