Pasó la noche,
y no apareciste.
Ya no creo en nada,
ni siquiera en los milagros.
No creo en esa verdad
que compartimos
en árboles y ramas,
en la oscuridad
de otra garganta.
Nace un nuevo día
cargado de hastío,
de pensamientos vagos,
de carencia de certezas
en ese amor extinguido
por otros fuegos,
por otras lluvias,
por avisos no dados.
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