Acontece el descanso
como ese dolor fantástico
que nos puede,
que nos arrincona
y nos picha
con sentimientos contrapuestos.
Puede que sí estuviéramos,
o puede que soñáramos
entre fronteras de nadie,
llenas de pura nada imperfecta.
Sucede ese ocio impecable
que peca de soledad,
que nos devuelve
a los amagos del pudor
y del miedo,
de la misma pena
por amarguras en sal.
Nos queda algo, sí,
para sobrellevar la carga
y tener esperanza
en un futuro sin promesas,
sin rencores,
con ganas de superar
etapas de fracaso.
Debería agradecer
la confianza regalada,
pero, a falta de intención,
espero, siempre espero.
Sabes que es a ti,
enfrentada a tus miedos,
como yo mismo.
La bruma oculta
los sentimientos
que fluyen acumulados
en noches incontables.
Limpiamos el desamor,
pero ya no queda
un lugar para el afecto.
Mientras conocemos
el destino infructuoso
soñamos verdades
eternas y de colores.
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