La alegría y la felicidad,
nunca lo olvidemos,
se expanden con el riesgo
de perderlas,
cuando no tenemos miedo
a su marcha,
a su tiempo de ausencias,
a la nostalgia de esas etapas
que acaban volviendo
si vivimos en libertad
y con paz interior.
La dicha no tiene límites,
y tampoco los quiere.
Juan Tomás.
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