Eres mi verdad,
y por eso aprendo de ti,
de tus palabras,
de tu respeto, de ese silencio
que me enseña a ser prudente
y solidario con los afanes ajenos.
Eres la dignidad y la sinceridad
en forma de ternura sabia,
por la que me siento dichoso
y agradecido al destino,
que sé que ha sido generoso
por razones que ya me explicarás.
Eres la justificación atesorada
casi por azar,
en esa espera ingenua que nos dará
el mejor parecido al amor,
que en ti tiene brillo y resplandor.
Gracias por esa verdad.
Juan Tomás Frutos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
;-)
Bellísimo poema.
Publicar un comentario