Nos hemos de enamorar de la vida, en todos sus términos, desde la emoción que no hemos de contener. Hagamos que el corazón siga adelante, que nos lleve con él, que nos permita predicar con los más óptimos ejemplos.
No nos distanciemos de esa salubridad que ha de invitarnos a vivir entre secuencias de pura libertad. Nos tenemos entre remedios que han de adivinar el espacio que a todos compete. No demoremos las enseñanzas, que nos han de aconsejar bien desde la superación de las adivinanzas fortuitas.
Reformemos las ideas que necesitan adaptación a lo global, desde la conjunción de intereses sociales, que han de ser referencias máximas. No apaguemos la llama de la fe, de la esperanza en los demás, que han de ser los soportes del presente y el futuro.
Inclinemos la balanza hacia ese lado que nos ha de entusiasmar con sus particulares caricias. Nos hemos de regalar toda la suavidad que podamos. Insistamos desde la tranquilidad del día a día.
Hemos de intentar que prevalezcan esos raciocinios con los que ubicarnos donde sea menester para amar y ser amados en la creencia más señorial. Citemos esos emblemas que nos hacen vivir en primera persona todo cuanto nos procura ser mejores.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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2 comentarios:
Me parece un artículo estupendo, lleno de optimismo y esperanza, pero a veces, aunque solo sea a veces, es imposible tener esa actitud.
Hablo desde mi punto de vista. Hay momentos que ni las palabras más positivas pueden conseguir que se vea el panorama de un color más claro.
Aún con todo, mi enhorabuena por transmitir todos los días, esperanza, alegría y entusiasmo.
Ayuda.
Feliz lunes de sol.
Hola Rocío: completamente de acuerdo contigo. Por eso estas páginas llenas de esperanza, a veces, nos contagian su entusiasmo.
Un beso enorme para los dos.
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