El espíritu se
nos ha ido un poco más, y no para desaparecer, sino para transformarse en una
estrella excepcional de ese cielo maravilloso que adoramos, que pensamos, que
un día experimentaremos con generosidad y dicha.
Tony Leblanc,
un artista de raza, un actor de la cabeza a los pies, un hombre de su tiempo,
que lo fue durante décadas interpretando personajes que deleitaron a varias
generaciones por su ternura, por su simpatía, por su picardía, y por su belleza
interior, que se disfrutaba también por fuera.
Ha vivido 90
años de gloria, aunque también pasó por algunos momentos amargos por la
desaparición de seres queridos, por eventos complicados en general, porque la
vida, a veces, se empeña en mostrarnos las cuestas para que luego valoremos
otras etapas hermosas. Ha sido, indudablemente, un modelo para la sociedad
contemporánea y también una muestra de lo que padecieron hombres y mujeres de
su misma edad.
En su palmarés
hay todo tipo de películas, de triunfos, de premios, de logros, de
acercamientos a un público que siempre le fue incondicional. Sus momentos más
dulces los vivió entre los años 50 y 70, pero ha estado trabajando hasta hace
unos meses. La serie “Cuéntame”,
además de la saga del archi-famoso policía Torrente,
le han mantenido en la retina y en los corazones de todos los españoles, y
puede que hasta de medio mundo. En
total, ha sumado más de 150 filmes, todos ellos, al menos la mayoría, de una
enorme proyección y calado. Su talante entre crítico, irónico y sencillamente
cómico le permitió llegar a quienes vieron sus películas, muchas de ellas unas
clásicas del cine español de todos los tiempos.
Una de sus
películas más conocidas es “El día de
los enamorados”. Él fue un amante de la vida, de la experiencia, de la
labor constante y genial, del trabajo cotidiano, superando los baches que
fueron surgiendo, que tuvo en su costado y de frente. Los tuvo, pero los
sobrellevó, y a todos les fue ganando, incluyendo el fuerte accidente que
sufrió hace más de una década, que le dejó muy tocado, pero que no lo frenó.
Amante de su profesión
Mantuvo un
flechazo con su profesión, y ésta le dio momentos estelares, que supo compartir
con sus compañeros de oficio. Fue una
persona querida en todos los territorios, por parte de la ciudadanía en
general, y, específicamente, por todo el elenco de actores y actrices de
España.
Gozó de un talento
suficiente para descollar en el cine, pero también lo hizo en la televisión, y
en la escena por antonomasia, el teatro. En todos salió airoso y con una
reputación que fue creciente por su capacidad y su arte, que fue mucho en lo
personal y en lo profesional. Además, mostró agallas para seguir luchando hasta
el final. Ha muerto, prácticamente, con las botas puestas, y con el público en
su corazón, en su alma, en su quehacer, que ha sido diario hasta ahora mismo.
Ha sido un
ejemplo de trabajo bien hecho. Por eso
no le olvidaremos jamás. Nos deja su legado, sus películas, sus sonrisas, su
mirada y bonhomía. Siempre estará con nosotros, en nuestros corazones y como
referencia. Cuando queramos verle, pensemos en una situación simpática, y él,
Tony, nuestro Tony, aparecerá.
Juan TOMÁS FRUTOS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario