domingo, 25 de noviembre de 2012

Se nos marcha otra estrella al firmamento

 

El espíritu se nos ha ido un poco más, y no para desaparecer, sino para transformarse en una estrella excepcional de ese cielo maravilloso que adoramos, que pensamos, que un día experimentaremos con generosidad y dicha.

Tony Leblanc, un artista de raza, un actor de la cabeza a los pies, un hombre de su tiempo, que lo fue durante décadas interpretando personajes que deleitaron a varias generaciones por su ternura, por su simpatía, por su picardía, y por su belleza interior, que se disfrutaba también por fuera.

Ha vivido 90 años de gloria, aunque también pasó por algunos momentos amargos por la desaparición de seres queridos, por eventos complicados en general, porque la vida, a veces, se empeña en mostrarnos las cuestas para que luego valoremos otras etapas hermosas. Ha sido, indudablemente, un modelo para la sociedad contemporánea y también una muestra de lo que padecieron hombres y mujeres de su misma edad.

En su palmarés hay todo tipo de películas, de triunfos, de premios, de logros, de acercamientos a un público que siempre le fue incondicional. Sus momentos más dulces los vivió entre los años 50 y 70, pero ha estado trabajando hasta hace unos meses. La serie “Cuéntame”, además de la saga del archi-famoso policía Torrente, le han mantenido en la retina y en los corazones de todos los españoles, y puede que hasta de medio mundo.  En total, ha sumado más de 150 filmes, todos ellos, al menos la mayoría, de una enorme proyección y calado. Su talante entre crítico, irónico y sencillamente cómico le permitió llegar a quienes vieron sus películas, muchas de ellas unas clásicas del cine español de todos los tiempos.

Una de sus películas más conocidas es “El día de los enamorados”. Él fue un amante de la vida, de la experiencia, de la labor constante y genial, del trabajo cotidiano, superando los baches que fueron surgiendo, que tuvo en su costado y de frente. Los tuvo, pero los sobrellevó, y a todos les fue ganando, incluyendo el fuerte accidente que sufrió hace más de una década, que le dejó muy tocado, pero que no lo frenó.

Amante de su profesión

Mantuvo un flechazo con su profesión, y ésta le dio momentos estelares, que supo compartir con sus compañeros de oficio.  Fue una persona querida en todos los territorios, por parte de la ciudadanía en general, y, específicamente, por todo el elenco de actores y actrices de España.

Gozó de un talento suficiente para descollar en el cine, pero también lo hizo en la televisión, y en la escena por antonomasia, el teatro. En todos salió airoso y con una reputación que fue creciente por su capacidad y su arte, que fue mucho en lo personal y en lo profesional. Además, mostró agallas para seguir luchando hasta el final. Ha muerto, prácticamente, con las botas puestas, y con el público en su corazón, en su alma, en su quehacer, que ha sido diario hasta ahora mismo.

Ha sido un ejemplo de trabajo bien hecho.  Por eso no le olvidaremos jamás. Nos deja su legado, sus películas, sus sonrisas, su mirada y bonhomía. Siempre estará con nosotros, en nuestros corazones y como referencia. Cuando queramos verle, pensemos en una situación simpática, y él, Tony, nuestro Tony, aparecerá.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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