Pregonemos el amor,
el deseo de paz
y de concordia especial
con una gracia y un gracejo
de loables circunstancias
con las que transportar
la virtud sanadora.
Manifestemos lo que somos
entre excelencias y gustos
que nos hagan superar
los cauces de un quehacer que fue.
Crezcamos en humanidad,
sin fríos, como personas,
desde la eterna amistad
que surge siempre de lo auténtico.
Juan T.
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