Nos embarcamos en las novedades de un universo que calla, pero que ya debe hablar ante los desmanes y despropósitos, ante las carencias de afectos y de cordura.
Nos subimos a la nave de la solidaridad, que se hace difícil de manejar, pero que triunfará al final. No podemos parar ahora.
Imaginemos un mundo mejor, porque es posible, porque es una necesidad, si queremos sobrevivir como casta.
Nos hemos de adelantar a los pasos de quienes nos invitan a pacientes escuchas. No malgastemos el tiempo en torpezas y tonterías que podemos evitar. Hagamos que los corazones funcionen de verdad.
Nos hemos de dar una paciente escucha que elimine los pasatiempos inútiles. Todo ha de ser fruto de conveniencias particulares y superadoras de la levedad de un ser que nos aclara cuanto queremos realizar.
Hemos de imaginar las preferencias colectivas como parte del sistema en el que todos hemos de aprender a ser mejores y con más talento. Las actitudes han de ser de amor, y así todo funcionará en el tramo de la vida, pues nada como el cariño para corregir lo que no es.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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