domingo, 4 de mayo de 2014

A la altura y en libertad

Independizas mi ser
sin urgencias, dándome
esa taza de té
que nos endulza
con reglas de oro
que son en las noches
de la vida misma.

Te recojo con ese brillo
que nos apasiona,
dando lustre a unos cuerpos
que resurgen
con voluntad de futuro.

Haces de mí una excepción
en positivo, un deseo único;
y me recreas en lo extraordinario,
que así veo hasta lo sencillo
por tu intervención divina.

Miro hoy el Sol
con otra cara, más feliz:
lo soy porque me ofreces
un millón de razones,
puede que infinitas,
para entender la vida.

Nos hemos de comprometer
a sostener una etapa sencilla y natural,
pero llena de autenticidad y bondad,
de solidaridad, de entrega personal
y hasta colectiva, cargada de frutos.

Me liberas,
y, en esa autonomía, soy más yo,
confundido contigo, reconocido,
más unido a ti de lo que pensé.
Ya estamos a la altura de lo imaginado.

Juan T.

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