Dependemos el uno
del otro, los dos,
a la par, juntando circunstancias,
con complicidades
que sostienen el mundo.
Giramos,
y nos vemos con perspectiva:
no hay rehenes, no hay conflictos.
Podemos en ese afán
que nos marca reglas de concordia.
Ya no hay olvidos.
Nos certificamos
con actos nobles
que nos equilibran.
Nos propiciamos
oraciones que son hechos reales,
que son los que valen
de cara al futuro,
que lo tenemos compartido.
Dependemos el uno
del otro, los dos juntos.
Es genial.
Nos sentimos pletóricos.
Nos influenciamos:
lo cierto es que no nos importa.
Al revés:
Ojalá hubiera sucedido antes.
Juan T.
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