Nos decimos
que nos amamos
y lo demostramos cada amanecer.
Hemos de llamarnos
con un silbido
de pronósticos queridos,
llegados desde el deseo
que multiplicamos
hasta decirnos
que hemos de parar
con garantías de felicidad,
que cultivaremos
iniciando el trecho del placer.
Nos afirmamos
en la realidad que nos aclara
lo que podremos ser
en esa noche que nos caracteriza
con documentos únicos.
Se nos oye.
Somos en la entrega excepcional,
en la jornada completa,
a todas sus horas,
con recargas y avances
para ser diestros.
La calidad y los anhelos
aguardan de nuevo, y nos dan
lo que necesitamos.
Juan T.
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