Volvemos
a no vernos,
a no entender
nada de lo que pasa.
Nos entusiasmamos
con lo que sucede,
que es mucho,
que es todo.
Pensamos
en la callada
como afición
a la gran respuesta
que nos hemos de regalar.
Nos asustamos
de tanto amor,
pero pronto decidiremos
lo que es,
lo que debe ser.
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