Las costumbres cotidianas definen lo que somos, o lo que decimos que somos, o lo que podemos ser, o lo que seremos en el corto, medio o largo plazo. Es así. No somos lo que decimos, sino lo que realizamos ciertamente. Los usos diarios, los accesos a diversos ámbitos de nuestras existencias, definen el modelo sociológico de la comunidad de vecinos en la que nos hallamos. El dato es tan claro como duro de asumir, por el coste que conlleva en muchos aspectos. No es nuevo. El 80 por ciento de la población en países desarrollados como el nuestro no utiliza Internet de una manera activa, o pro-activa, asiduamente, sacándole todo el partido posible, buceando de un modo equilibrado y edificante y aprovechando todo el caudal de información y todos los cauces que ofrece de una manera integral. Son datos que maneja la Unión Europea. Hay una enorme distancia entre los usuarios de las redes informáticas y digitales y los que no lo son. Además, la brecha de la actitud, de los conocimientos y de los hábitos se alarga más y más. ¿Y qué podemos decir de aquellas naciones que no se pueden considerar Primer Mundo en el concepto economicista que conocemos, y con todo lo que ello supone para bien y para mal? Sin duda, la coyuntura, así como la estructura, es aún peor.
Hay, pues, un 20 por ciento de personas que sí optimizan, o casi lo consiguen, ese baluarte valioso que es Internet. Saben de programas, de ordenadores, de conexiones, de intercambios de opiniones o de experiencias, de conocimientos, de saberes, de enciclopedias, de análisis y estudios, etc. En este punto se incorporan, porque pueden, a menudo de una guisa fácil, a todos los avances que, por otro lado, crecen exponencialmente. Ellos, estas personas de las que hablamos, entienden todo lo que pasa, porque, incluso sin definiciones, lo viven.
El problema está en aquellas otras que no se han incorporado a todo este modelo sociológico que supone la Red de Redes, y, así, no aciertan a comprender lo que está sucediendo. Como máximo, lo intuyen, lo entienden un poco, pero se quedan fuera de esa frecuencia que todos los días emite “billones de billones” de datos por toda la geografía mundial y espacial. ¿Qué está pasando? No es sencillo de decir, pero sí nos damos cuenta de que esa brecha puede abrirse tanto que, en un momento determinado, va a ser muy complicado que se pueda cerrar o corregir, sobre todo en algunos sectores de la sociedad.
No olvidemos que el manejo de Internet no es un problema de mecánica: es más bien un asunto de actitud, de comprensibilidad en función de hábitos más o menos establecidos, es decir, no se trata de que algunos sectores sociales puedan recuperar el tiempo perdido, que podrán, utilizando aprendizajes más o menos rápidos. No es el uso del ordenador: es más bien lo que éste supone como nueva cultura, como búsqueda de otras fronteras.
Para ello, la docencia es algo más que rutinas o datos en estado puro. Hablamos de una nueva postura ante lo que nos rodea. Se puede llegar a todo en todas partes. El acceso es universal, pero eso hay que asumirlo como tal, y que no se quede en mera teoría o en una teoría que ya haremos realidad más adelante. El tren del conocimiento tiene sus escalas, tiene sus estadios, y a ellos se llega con experiencia. Por ende, el tiempo perdido lo es, hoy en día, más que nunca.
Por estas reflexiones que hacemos aquí creo que se tercia la necesidad, actualmente mayor, de poner en marcha una serie de ONG´s que, allá donde estén, implanten y defiendan esa nueva cultura, que no ha de ser económica o política, no en estricto sentido, sino social. Todos debemos estar involucrada en ella. El que haya exclusiones por motivos geográficos o financieros, o intelectuales (que todavía es peor), sólo apunta al fracaso de un sistema que, con vocación universal, no puede renunciar, no debe renunciar, a su universalización. Si lo hacemos, esa nueva oportunidad de ser mas libres gracias al conocimiento se habrá quedado en algún lugar ignoto. No dar lugar a ello es una responsabilidad de todos. Empecemos, como dice Freire, por destacar lo que ocurre. Esa caracterización nos llevará a un itinerario que hemos de caminar juntos. Seguro que en ese aprendizaje habrá una mejor sociología.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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