viernes, 9 de noviembre de 2012

Hermandad y excelencia

Demos con ese negocio que es empático por solidario, por cooperar con los que más son y tienen. Hemos de sumar en el tránsito diario con ayudas hacia ese futuro que no debe perder la óptica con la que se ve de verdad. Hagamos caso al corazón alado que nos imprime la complacencia más señera.

Hemos de tomar en consideración cuanto tuvo algo que contar, algo que referir, una prueba mayor, casi única, pero extensible hacia ese futuro que nos ha de regalar la paz en la que creemos con créditos de cariño, que no han de faltar para tener dosis de felicidad.

Hemos de prepararnos para ese gozo que es planteamiento de porvenir asegurado desde la misión que nos hace vivir lo posible. Tengamos esa propuesta que nos implementa y nos hace vivir en la felicidad en la que nos movemos con dicha y buenas garantías.

Nos hemos de rodear de buenas vibraciones, de paciencias, de gustos por el futuro consensuado, pletórico. No apaguemos la llama de esos buenos anhelos que han de premiarnos interiormente para darnos fuerza, para ser en la querencia más sincera. Hemos de llamarnos por nuestro nombre con una voluntad amistosa, querida, única, simpar y genuina. No faltemos a la convocatoria de los sentimientos.

Nos hemos de trasladar de un lugar a otro con el fin férreo de adecuarnos a las alturas que nos miran desde una belleza interior. Nos hemos de mostrar una simpatía real, generadora de fuertes convicciones, con hermandad y fines concretados en la excelencia.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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