¡Cuántas cosas tendría que deciros,
si supiera quién hay tras de la puerta,
si pudiera contar lo que despierta
cada vez que se duermen mis sentidos!
Puede que Agustín García Calvo ya tenga alguna
respuesta a estas interpelaciones suyas, aunque él no las planteo en su poema
con un afán de interrogación sino de admiración enfática. Ahora ha fallecido.
Lo ha hecho a una edad en la que atesoraba una gran experiencia, aproximándose
a su novena década.
Fue un poco de todo, como gran humanista que fue.
Estudio latín y lenguas clásicas, y las ejerció. No faltó en su obra el ensayo,
por el que tuvo numerosos reconocimientos, y el teatro, y dejó una huella
indeleble por su poesía, de gran cercanía y espiritualidad, de técnica
insuperable, de conocimiento expansivo.
Sus escritos son abundantes, y su compromiso social
también lo fue. Hasta lo marcaron por secundar huelgas de estudiantes e incluso
lo apartaron de sus menesteres académicos. Tiene una trilogía sobre el lenguaje
que aún se estudia como una referencia intelectual. Lo es. Marcó toda una época
en lingüística.
Nació en Zamora, pero fue un ciudadano del mundo. Se
movió mucho. No creía en las fronteras. Estudio y ejerció en Salamanca, y
también en Sevilla, entre otras localidades. No paró de ejercer la palabra,
aquello en lo que más creía. Tocó muchos palos: fue profesor, como ya hemos
señalado, y también escribió de todo un poco… Cualquier tarea intelectual estuvo
a su alcance, incluso el ser traductor, pues conocía varios idiomas extranjeros
y con gran calado y calibre el castellano.
Fue muy valorado dentro y fuera de nuestro país, por su capacidad, por
su talento, y por su compromiso social.
Cosechó muchísimos premios., entre ellos los
Nacionales de Literatura Dramática y de Ensayo. En cuanto a su vastísima obra,
es complicado destacar alguno de sus escritos por encima de los demás. Todos
tuvieron una genuina impronta. En poesía
podemos citar, entre otros, Canciones y
Soliloquios, y Relato de Amor. Rezuma intención, técnica y sabiduría; y
brinda unos atractivos que destellan.
Ahora, su lírica, su raciocinio viajan por mares
siderales sobre los que también elucubró. Lo importante es la cosecha que nos
ha legado y el esfuerzo por y para que la sociedad en la que vivió se moviera
con esperanza y entendimiento. El mejor tributo que le podemos rendir es tener
en cuenta lo que nos enseñó. Leerlo es un buen consejo y una mejor práctica que
desde Letras de Parnaso les queremos
sugerir.
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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