Demos las gracias eternas
con el amor que generamos
en esta entrega de posibilidades
cargadas de besos
y de óptimos sentimientos.
El día se convierte en río,
y el río es ya un mar
de creencias en ese cariño
que alberga los aromas
de lo auténtico, del presente
con todo el futuro.
Compartamos la alegría
de estar vivos y cercanos
en el milagro de una eternidad
que sabe a gracia, a consideración,
a paciencia y dicha
con los panes que huelen
a pasión y a vuelo.
Hemos dado con la generosidad
de una compañía perfecta,
o eso me lo parece.
La defenderé con hechos.
Juan T.
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