Reposamos
con los guerreros de la paz
que creen en el amor
como el mejor experimento.
Nos subimos al desván
del deseo
y lo compartimos todo.
Somos buenos
en el plan que nos recoge
con versiones idealistas.
Hemos figurado los primeros:
lo somos en el tránsito
hacia todo y nada.
No es un juego:
es la imagen de la vida,
que nos entronca
con el amor mismo,
que es lo más importante.
Lo fantástico es relativo,
siempre lo es.
Lo deseable es que compartamos
desde la consideración
de que todos somos iguales
en derechos y opciones,
aunque todos no podamos aprovecharlas
de manera equitativa.
La existencia es así.
No es cuestión de dar vueltas,
sino de actuar.
Juan T.
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