El instante esperado se produce con reglas de comportamiento señero que nos llevan donde el entendimiento es posible. Somos con consejos que son niveles de amor.
No todo llega y aparece cuando debiera. Hemos sugerido estancias repletas de sensaciones de amistad. Nos apoderamos de ese todo que es nada en la noche sempiterna. Nos agarramos a los deberes que son prestaciones de amistades diáfanas.
Nos damos unos motivos que son porqués que funcionan con unas franquezas que deben brindarnos los elementos más eficaces.
La noria gira, como la vida, y con ella aprendemos de principio a fin mediante unas astucias que nos portan donde las clases de estimaciones son infinitas. Nos planteamos regresos a segundos apasionados. Somos diestros en/con ellos.
Nos diferenciamos en la espera que escudriña qué desarrollar y cómo. Nos hemos prestado el suficiente anhelo como para saber que podemos ser en esta nueva relación. Seguro.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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