Me emocionas
desde la distancia,
más de lo que piensas.
No estamos solos,
aunque las apariencias
lo indiquen.
No es oro todo lo que reluce,
ni tampoco lo malo
lo es tanto.
Hemos de saber buscar
y de interpretar
cuando damos con lo anhelado,
que, a veces, no es fácil.
Me ilusionas
con tus vivencias,
con tus pequeñas caricias,
con lo que haces o meditas,
con ese ejemplo
que sabe a vida.
Eres lo aguardado,
y empiezo a tener la confianza suficiente
para contártelo,
si es que no lo he hecho ya.
Como ves,
estás, siempre estarás,
en las palabras primeras
de la mañana, del mañana mismo.
Juan T.
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