Sabes que soñar es gratis, y que la recompensa, por
la faceta de ilusión que imprimes a tus elucubraciones, es de pura eternidad en
la dicha, que acompaña al viajero ligero de equipaje y presto a experimentar la
sorpresa de manera compartida.
Cada día es una singladura nueva, aunque sigamos la
misma dirección, aunque el paquebote sea el mismo. De vez en cuando alguien
nuevo aparece entre los miembros de la tripulación, y con el tiempo lo
advertimos fundamental.
Soñar es vivir, como nos decía Calderón de la Barca.
A menudo se nos olvida. Por eso con estas luces del día nos hemos de premiar no
con la auto-complacencia, sino con el
desarrollo genuino y calmado de la existencia, que es, como dice mi amigo
Alcolea, el más grande don.
Procuremos estar, por lo tanto, en esa tonalidad y
con las suficientes caricias para avanzar desde la intuición de que las
opciones están ahí para todos, aunque sean nimias. La vida no es una cuestión
de porcentajes. Se trata de mirar hacia delante, y, desde la responsabilidad,
hacer el bien, que, como sabemos, acaba repercutiendo en nosotros mismos. Sin
pedir mucho estoy convencido de que bastante se nos otorgará. ¡Soñemos, por
favor!
Juan
TOMÁS FRUTOS.
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