Tomemos el aguardiente
del amor,
y sellemos los motivos
que nos guardaron durante años.
Ya no vamos a esperar más:
los deseos se hacen carne
en esta promesa cumplida
aún antes de conocerla.
Tomemos con fe y esperanza
todos los motivos que fueron
y que, sin duda, volverán a ser.
La dicha nos corresponde.
Juan T.
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