Sueña el caballo,
sueña,
y, mientras cabalga,
nos acerca
a las ilusiones más puras.
Sueña
con esa perfecta unión
con lo humano,
en la que cobija
una parte de sí.
Salta el caballo,
y, cuando lo hace,
supera la adversidad
en comandita con su aliado,
el jinete,
en una especie de promesa hecha
realidad.
Sueña él,
el caballo bravo, libre;
y con él nosotros,
Yo mismo.
Juan T.
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