Nos subimos
a ese muro
que nos defiende
de las malas vibraciones,
de los deseos estériles.
Le llamamos amor,
y adquiere muchas formas:
bondad, amistad, altruismo,
cooperación, acopio de intenciones loables,
cesión, cariño, diversión,
madurez, entrega, entendimiento,
empatía, cercanía, pro-actividad,
unión, y un sinfín de sentimientos más
y mayores.
Nos alzamos
frente a los que nos enturbian:
les decimos que para ganar
es menester perder primero.
Hoy, enamorados,
no nos importan los malos.
¿Te sumas?
Juan Tomás.
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