Resolvamos las miradas
con una autenticidad fuerte
que nos debe dar
la base para otorgarnos
la altura que mira
donde debe,
como debe,
así como las sensaciones más eternas.
Cuajemos las intensas
caricias de antaño
con una consulta
de empeños nuevos,
rescatados de la amistad
de siempre, con un sí
de ilusiones renovadas.
Podemos refrescarnos.
El amor es la base
para recorrer los espacios
donde somos
la identidad máxima,
donde nos reconocemos
el uno en el otro,
siendo unidad y parte,
parte y todo.
Busquemos en el futuro,
y nos veremos
como resultado del presente,
que ya fecundamos.
Juan T.
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