Junté piezas
de los dos,
casi únicas,
y un buen día
me acerqué a la llamarada
que no regala
ni certezas
ni respuestas claras.
Me di una ocasión
que nos colocó
en la inoportunidad
más clara,
y sentí que las cosas
han de ser en esa nada
que presiente
una afición real,
pura, sin suposiciones.
Me regalaste
una mirada fugaz
y me dije en silencio
que podría ser.
Desperté.
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