Hemos nacido
el uno para compartir
el espacio
del otro,
que no su tiempo,
ahora destacado
en el infinito
que pace
entre llamas
que extinguen
el bosque apasionado.
Hemos nacido
para no saborear
la pasión que portamos
en el interior,
hecha para cuajar
tras un milagro
que no aparece.
Hemos nacido
para navegar
por océanos de cariño
que hemos de envolver
con besos de caramelo.
Nos miran
las estrellas,
y nosotros, de lejos,
cada uno en su sitio,
desde el conocido desconocimiento,
nos decimos que sí,
que el amor llegará.
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