miércoles, 20 de julio de 2011

Comunicación y equívocos solubles

Abramos los ojos al mundo con la prontitud y los buenos deseos de ese universo de sensaciones con el que queremos crecer. Hagamos caso a lo que llevamos dentro con la bondad manifiesta, nunca escondida, y procurando gastar el mejor tesoro, que siempre es la amistad.

Consultemos al corazón respecto de lo que nos sucede: veamos su origen, sus motivaciones, y hagamos caso, ante la duda, a la intuición bien intencionada. No respondamos de actos que desconocemos y superemos cualquier envite de una ley que nos debe preservar de los malos hábitos. Impongamos esos raciocinios que consideramos certeros con la premisa de adelantar cualquier asomo de aburrimiento, que nunca ha de hacernos daño por inoperancia o negligencia.

Hagamos públicos esos elementos que se universalizan con buenas finalidades en lo que apenas puede estar en sus albores. Acudamos a esas citas que son presunciones con inocencias en las que no vamos a caer de ningún modo. Los aprendizajes han de venir en las direcciones adecuadas, que no son otras que procurar el progreso comunicativo coaligado con las venturas posibles.

Anunciemos los perfiles que nos pueden hacer dominar las sensaciones más importantes. No hemos de añadir celeridad a lo que puede llevar su propio paso. Nos hemos de nombrar con la excelencia debida, en la idea de aglutinar los posibles cambios con moralejas que nos permitan superar los largos puentes que nos coloca la vida.

Las separaciones del destino nos deben procurar que contribuyamos a la excelencia pacífica. No hemos de consolidar todo, pero sí lo más relevante, que nos debe imprimir el suficiente carácter para dar con las gracias que podríamos hacer eternas a poco que lo intentáramos. Lo entretenido, si viene con lo formativo, puede permitirnos superar audaces situaciones otorgándonos opciones para dar con la solución a los posibles errores que se puedan producir. La comunicación solventa cualquier equívoco.

Juan TOMÁS FRUTOS.

No hay comentarios: