Convengamos que podemos hacer lo que queramos, y hagamos posible lo que nos merece la pena diariamente. Conjuntemos los verbos y sus salidas. Los tonos se han de escuchar bien. Acudamos a las llamadas con talento.
Situemos los sitios honrosos y honrados con la actitud debida, donde deben estar. Conformemos la realidad.
Separemos los deseos y los dones con unas voluntades ajustadas. Impliquemos a cuanto tiene algo de sentido con honor y estimaciones nobles. Tenemos más capacidad de maniobra de lo que pensamos.
No pongamos malos ejemplos, sino de los buenos, de esos que nos llevan a construir la mejor realidad. La tenemos delante: se trata de verla. No juntemos las piezas fundamentales antes de tiempo. Todo llegará.
Hagamos amables actuaciones con atenciones y consentimientos perfectos, o casi perfectos. Hemos de poner todo en su lugar. Las ideas han de fluir hacia el lado más coherente. La astucia debe funcionar. Los marchamos nos deberán caracterizar en lo más oportuno.
Las astucias nos han de portar a un paraíso idílico con esa confortabilidad que ha de acudir a las atalayas más consentidas. Las aplicaciones nos deben perfilar las mejores techumbres. Procuremos que nada falle. En todo caso, cuando se produzca un error, lo que toca, siempre, es enmendarlo. Ahí estamos. Lo sabemos. Ahí estaremos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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