No hay otra
sonrisa como la tuya,
ni otra
mirada,
ni otras
ilusiones con dulces palabras
de salvación y
de mejoría anímica.
No hay nadie
como tú,
aunque suene
exagerado,
que no lo es,
pues, en este
mundo alocado y sin rumbo,
te has convertido
en referencia señera
para esa
salubridad y dicha
a la que
tenemos derecho por nacimiento.
Todos los días me brindas la mejor Humanidad,
de la que me
enamoro como un niño.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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