martes, 4 de septiembre de 2012

Una misión tangible

Somos cuando podemos servir a los demás, cuando aprendemos de los otros, cuando corregimos esos espacios que nos permiten cambiar de ansias y de papeles. Nos hemos de preparar para la voluntad que antes fue derrota, para asimilar algunos cambios, parar mejorar los pasatiempos que nos dieron una razón con sus cuantías y sus querencias más descollantes.

Hagamos que las versiones de otras etapas nos sirvan para mitigar ese plan que antes nos gustó lo justo. Vayamos para repasar lo que fue, lo que tuvo una cierta motivación, que se constituyó en aspiración y en un plano de creencia con el anhelo de una libertad sin fingimientos ni límites. Busquemos donde todo parece tener un poco de más sentido.

Vayamos hacia esa atalaya que nos sirvió de referencia. Nos hemos de procurar un pasatiempo un poco mayor. No detengamos el crono ahora que parece tener un mejor uso. Nos debemos más oportunidades. Intentemos que la paz sea posible.

Todo ha de discurrir superando los azotes de las sequías de ideas, de la falta de intereses en el conjunto. Iremos por el mejor de los caminos con los quehaceres más lustrosos.

La existencia humana está repleta de ocasiones en las que poder aprender un poco de cuanto nos sucede. Hemos de vivir de la manera más pacífica, intentando sacar lustre a las ocasiones, muchas o pocas, las que fueren, que se tercian por el escenario de una misión que siempre deberemos hacer tangible.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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