Las mañanas de descanso tienen un cierto sabor
nostálgico, sobre todo las primeras horas en las que vemos tenues rayos de Sol
que nos recuerdan la infancia y la adolescencia.
Me acuerdo mucho de los que están, y, fundamentalmente,
de los que se han ido, presentes en las ideas que compartimos.
Antonio y Pedro se fueron este año, entre otros.
Eran dos personas enamoradas de la vida, felices a su manera, que cantaba
Sinatra. En momentos dulces de la jornada, cuando miramos con cierta distancia
a cuanto hacemos, los rememoramos. Fueron un grato ejemplo. Los hay, y lo son
frente a los que se comportan como si la existencia no fuera con ellos. Ya lo
averiguarán.
En este aquí y ahora nos deleitamos con la dicha que
nos regala la tranquilidad, saboreamos un buen café, y a los que queremos y nos
quieren les decimos ¡buenos días! Se los deseamos de verdad, de corazón y por
siempre.
Juan
Tomás Frutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario