sábado, 10 de enero de 2015

LA VIDA, SENCILLA

De vez en cuando caigo en la cuenta del milagro de estar vivos, de existir, de conocer, de poder compartir segundos con gentes maravillosas. El corazón suele ser muy selectivo, y nos distancia de quienes nos hacen daño, o, al menos, lo intentan.

Ha de darse un punto intermedio entre quienes no creen en milagros y aquellos que los ven en todas partes. No obstante, es una gran verdad que la Naturaleza en sí y la vida humana en particular son muestras de la excepcionalidad de la Creación. Nos tenemos, y eso, como reiteramos, es la suprema dicha.

Comienza un nuevo día, con perspectivas, con normalidades, con desayunos y meriendas, con intenciones, con trasiegos, con conocimientos e ignorancias: hay un poco de todo. Hoy, especialmente, echaré de menos a Antonio Escolar, que nos viaja hacia la luz. En ella nos veremos algún día. De momento seguiremos su ejemplo en lo bueno, que fue mucho, y nos apartaremos de quienes le demostraron que el ser humano también puede ser incivilizado. Me quedo con su modelo.

Entretanto, valoro la gracia de seguir adelante, de poder aprender más lecciones, de poderme enfrentar a lo óptimo y también a lo pésimo desde la convicción de que todo sucede por algo. El mundo que hemos generado se ha vuelto complejo, pero el ecosistema de las cosas que importan son más sencillas de lo que a veces nos parecen. ¡Y tanto! Buenos días.


Juan Tomás Frutos.

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