jueves, 16 de junio de 2011

Comunicando dosis de felicidad

La memoria nos ha de implicar en una búsqueda permanente de soluciones a las controversias o problemas que se puedan plantear. Seleccionemos lo que somos capaces de hacer con impresiones de garantías relativas. Impliquemos al amor con más amor. Hemos de juntar las monedas que nos permiten sobrellevar los problemas que puedan surgir.

Preparemos los instrumentos de emancipación con todo es amor que nos ha de invitar a tomar en consideración las razones más lindas. Hagamos que funcionen los usos con costumbres quietas y excelentes al tiempo.

Juguemos a ver lo que nos ha de reconocer en un espacio nuevo, sin vacíos, imprimiendo el carácter de lo que nos puede ennoblecer y propiciar entre emergentes ideas que han de cimentar el presente y, sobre todo, el futuro.

No aceptemos los fallos que nos trasladan por mundos que no comprendemos del todo. Hagamos honores de estampas reiteradas desde las emociones más bonitas. Despejemos las mareas y sus consecuencias con unas divertidas querencias por el aprendizaje que hemos de dar y de recibir desde el afán más prometedor. Los enseres que hemos de recopilar nos deben brindar esperanza y consumir lo caduco con el fin sustancial de prosperar en la claridad, o en un acercamiento a ésta.

Los cuentos de hadas no existen, o no se producen en las formas que señalan las tradiciones o los tópicos, pero, sea como fuere, hay que laborar para que se cumplan de algún modo. Los espíritus más ilusionados e ilusionantes nos plantean mayores dosis de felicidad, y, si la comunicamos, mucho más.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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