Iré, y te diré, y te soñaré.
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Hemos abarcado las razones, y ahora nos devuelven lo mejor de ellas mismas.
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Nos hemos agotado en el trance. La vida es.
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Nos soñamos con una gracia que nos hace eternos.
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Pensamos en ser y en tener desde la distancia misma.
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No nos vamos a insertar en una nueva vida.
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Los aspectos de cautelas siguen, son, pueden.
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Nos sobrepasamos con una virtud que nos añade trances.
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Iremos a sobrevolar en mundo.
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Nos hemos visto lo que podría tener algo de razón.
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Nos hemos conformado a nuestra propia imagen, y somos felices así.
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No podremos quedarnos en esa nada de antaño.
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Es la vida, y continúa.
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No podremos quejarnos por nada. No deberemos.
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Lo mismo nos añade momentos.
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No te diré, no iré, no podré, no seguiré.
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Las distracciones nos otorgan todos los poderes mágicos.
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Te he dicho. La vida nos sonríe.
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No me vale lo que cuentas, pero lo acepto como es.
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Las impresiones nos llevan por caminos de puras cautelas.
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No te veo como al inicio, y no soy.
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Nos hemos invitado a vivir, y, de algún modo, vivimos.
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Te añado vida con más vida.
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No te contaré todo cuanto soy, no lo pensaré tampoco.
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Las causas nos regalarán comienzos.
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No mires donde no ves.
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Hemos aplaudido con cambios que nos prefieren como son.
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Juntamos piezas de amor.
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No te podré decir todo lo que pienso.
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Las destrezas nos llevan a la vida misma.
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Nos ponemos a caminar. Nos veremos en los cruces.
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Me has propuesto vivir. Lo tomo como ese cumplido sin objetivos.
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Nos preferimos en ese norte que nadie sigue.
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Hablamos de hablar, de ser, de vivir, de poder.
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Nos sentamos a la diestra de la vida misma.
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Nos amparamos en la noche larga.
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Todo es válido si sabemos respetar a los demás.
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Anoche, pero mañana será de día...
Juan TOMÁS FRUTOS.
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