Necesitamos menos emergencias y más mesura, más tiempo, un poco de más de ese todo que nos facilita ser en esta noche que nos debe trasladar con las mejores "equipaciones". Alentemos los números con unas cargas de pensamientos sin truenos. Consultemos ese aspecto completo que nos debe ayudar con las impresiones más livianas. Hagamos caso al corazón con todo el empeño del universo.
Las cautelas nos deben imprimir el carácter más hermoso, ése que hemos de compartir con las señales de una existencia sólida. No fallemos en los momentos más cruciales. Nos debemos a esas amistades que han de nutrir con buenos efectos, con óptimos empeños, esos escenarios de circunstancias amplias.
Tengamos a mano esa fiesta que nos libere de los instantes más perecederos, de aquellos también que sean diversos y dispersos, buscando siempre ese faro que nos ha de añadir los plazos para dar con las franquezas más estupendas y extraordinarias. Fijemos las expresiones con unas visibilidades de ansias queridas. Nos debemos sorprender siempre que podamos.
Modifiquemos los aires que nos deben sugerir las actuaciones más edificantes. No vayamos con la prisa a cuestas, que nos puede, que nos rompe en ocasiones. Montemos los discursos que nos hacen iguales. Extendamos los apacibles momentos con figuraciones de palabras conectadas con augurios que hemos de positivar. Argumentemos con razones que nos hagan tener las fortalezas más conseguidas. Hagamos otra vez los deberes, que hemos de indicar más fervientemente.
Tengamos en el corazón a esas personas que, con sus alas, nos hacen volar cada día de la mejor manera posible. Recuperemos los buenos deseos, hagámoslos más sólidos, y procuremos que las sensaciones brillen en los procesos comunicativos, que, por supuesto, han de tener su carga de amistad, de orden, de paciencia, de flexibilidad, de armonía y de razones. Estemos con sencillez.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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