sábado, 18 de junio de 2011

En clave de respuesta: A propósito de las víctimas en los medios

REFLEXIONES SOBRE LA PRESENCIA Y EL TRATAMIENTO DE LAS VÍCTIMAS EN LOS MEDIOS
(Respuestas a cuestiones y consideraciones de alumnos)

-Me gustan las gentes que se involucran en su día a día, y tú pareces una persona preocupada por lo que hacemos los periodistas.
Ya lanzo desde aquí una propuesta, que bien podría ser una de las conclusiones de este encuentro académico, de este foro, de este curso.
Convendría una asamblea de periodistas, promovida, quizá desde la propia Universidad, con la asistencia también de los empresarios, con el fin de elaborar un decálogo o algo similar que promoviera la autorregulación en este sentido. Es tan sólo una reflexión.

-Creo que habéis hecho unas magníficas reflexiones que dejan el tema abierto para que otros compañeros se pronuncien, lo cual estaría bien.

Sí os digo que el tratamiento de los más débiles, de las víctimas, de los menos afortunados, en los medios de comunicación, es una cuestión de conciencia. Cuando el trato es discriminatorio o vejatorio, estamos actuando mal, y eso poco dice de una sociedad a nivel comunicativo, ya estemos en un lado activo o pasivo en todo ese proceso.

-Por todo ello, os digo que convendría ir generando una conciencia equilibrada y consensuada, cuanto más mejor, en el sentido de informar poco a poco de otro modo, con más sensibilidad, despertando el sentido crítico de la ciudadanía, con el fin de construir una realidad un poco más humana y humanizada.

-Gracias por compartir vuestra sensibilidad, que es lo primero que hay que tener hablando de víctimas y de su presencia en los medios de comunicación.


-Creo que es momento de acertar en las ideas, en su puesta en escena, y, sobre todo, en su realización. Propongamos un foro permanente, amplio, plural, con el fin de analizar qué está ocurriendo y postular alternativas.

- Estoy contigo en que soñar no cuesta nada. Y, si me apuras, te cuento que los grandes cambios históricos los han protagonizado soñadores.
Coincidimos, igualmente, en las bondades de resolver y/o evitar previamente conflictos. Emplearnos en ello es un valor añadido.

-La comunicación es su contexto, lo es en su contexto.
En realidad, lo que convendría es también enseñar al ciudadano a que sepa leer y consumir diferentes medios y soportes mediáticos con el fin de conocer qué es lo que pasa en su entorno a través de las ideas que poco a poco se vaya conformando, con distintas entradas de información.

-A mi juicio, lo que nos falta en los medios de comunicación es empatía en positivo. Nos falta empatía con los fallecidos, con los heridos, con sus familiares, con el lado más ilusionante y mejor de nuestros lectores, de nuestra potencial audiencia...

Nos falta coraje para ver el periodismo como buenas personas, con buenas maneras, descifrando las claves, los porqués...

Si sintiéramos lo que siente una víctima, seguramente cambiaríamos el planteamiento.

Por otro lado, los temas de víctimas, sean de la índole que fuere, nunca son locales. Ninguna muerte debe ser un tema local, y mucho menos su tratamiento. Es un juicio mío, claro.

-No se trata de aplicar códigos locales: se trata de ubicarnos con lo mejor de esos códigos, allí donde estén.
También es preciso que se conozcan esos códigos. Hay muchos (nunca hay demasiados), pero lo importante es que se divulguen, que se conozcan, y, fundamentalmente, lo que hace falta es que se respeten, y para eso hace falta un debate casi a diario sobre lo que realizamos y sobre lo que no.
Los talleres que proponéis están bien, pero siempre pensando en una mejora constante. Me valen los progresos aunque sean lentos.
En fin, que, como todos decís, es un trabajo que hemos de desarrollar de manera cotidiana.


-Cada uno es de donde es, y lo que nos convierte en seres humanos en la empatía respecto de las circunstancias de cada cual.

Por eso, ante las desgracias, ante los accidentes, todos hemos de intentar ver las cercanías, más que las diferencias. La visibilidad de los accidentes, de las agresiones, de las víctimas, es, debe ser, un asunto común.

No es nuestra pretensión dar la sensación de que sabemos más de lo que sabemos: en un curso, sobre todo en los de este tipo, hemos de procurar aprender todos/as (yo el primero), cada uno desde sus circunstancias, que diría el filósofo Ortega y Gasset, para llegar a soluciones y solvencias de consenso.

A mi me gustaría que desde este encuentro surgiera la conciencia de generar nuevas fórmulas de trabajo, pero eso es algo que llevará tiempo.

-Sí, esto pasa a diario, lamentablemente, ahí, y en todas partes del mundo.
Ello viene dado por la sumisión a las cifras de audiencia. Hay que ir girando esto poco a poco.
Los editores y responsables de los informativos y programas se amparan en que los contenidos morbosos y amarillistas son más consumidos...
Por eso conviene un cambio de cultura de consumo. Todos, empresas, profesionales y ciudadanía, hemos de trabajar en este plano, como en otros, al unísono.

-Lo que tiene que haber, insisto, es sensibilidad. No hay víctimas de primera ni de segunda, ni de tercera... Hay personas, y así debemos pensar, como tales.
No es una acción acertada, en ningún ámbito de nuestras vidas, cuando hacemos daño a otras personas de forma directa o indirecta. En cuestión de víctimas no debe haber política, sino humanidad, sensibilidad, respeto, consideración...

-Llámame, si quieres, soñador.
Creo que el cambio de perspectiva lo tenemos que dar desde abajo, en los consumos, que han de ser más plurales, más formativos, más aleccionadores para todos.
Por eso, yo creo en la alianza entre medios de comunicación, profesionales, educación y ciudadanía. Es un concordato perfecto. Llevará tiempo.


*Dos comentarios a vuestros magníficos escritos:

-El que no creamos muchas cosas que se dicen en los medios de comunicación, por desgracia, también nos hace vulnerables en el sentido de que puede que no creamos algunas noticias, al menos no del todo, incluso cuando sean ciertas.

-Por otro lado, la falta de otras opciones, en cuanto a la oferta y los consumos mediáticos, tiene que ver con la carencia de hábitos óptimos. Hemos de trabajar en ello desde los más pequeños.


-Yo no niego tus comentarios. No puedo negar la realidad misma de las cosas. Sólo digo que tenemos que actuar con lo que tenemos.
La comunicación es su contexto, lo es en su propio entorno, esto es, como nos llega. Ello quiere decir que, si al tiempo que escuchamos unos determinados contenidos, tenemos a gentes plurales, con diversas interpretaciones incluso de la realidad, que nos den sus visiones sobre lo que escuchamos, estoy convencido de que podremos tener un conocimiento más aproximado de lo que ocurre.
El empeño educativo en la diversidad, en la tolerancia, en el respeto, en el conocimiento de diversos vectores de ideas y de hechos, nos hace más seguros en el aprendizaje.

-Sí, aprendemos mucho de los demás. Por eso, un buen comunicador, un buen periodista, pasea recurrentemente por la calle, y ve lo que se opina en ella, cómo se habla, cómo se sufre, los momentos de alegría...
Todo eso llena: es el mejor máster.

-Yo creo en la formación del periodista, en la formación universitaria.
Además, creo que un buen periodista es el que pondera derechos, el que consulta varias fuentes y el que actúa de buena fe, como buena persona.

-Totalmente de acuerdo, Carlos. Por eso, la formación del periodista tiene que ser cada vez mejor, para seguir siendo un referente en la sociedad, para no confundirse con el "ruido" que hay en la red, donde, como bien señalas, hay ejemplos, muchos, numerosos, loables, pero otros que no lo son tanto.

La otra vertiente que hemos de cultivar es la responsabilidad ciudadana a la hora de ejercer como relatores de lo que ven a través de sus blogs, y, sobre todo, en los consumos de información por Internet. Aquí, la educación de todos/as es crucial.


-Veo que este tema levanta polémica. Me gusta que sea así.

Yo creo (y es una opinión muy personal) que un periodista tiene que poseer una titulación universitaria, a ser posible en comunicación (lo defiendo a ultranza).

Entiendo también que un periodista, con esa premisa, se define por la praxis: ha de ser buena persona, contrastar varias fuentes y ponderar los derechos de todos los intervinientes y protagonistas de las noticias que relata.

Podemos poner matices de formación, de uso oportuno de formatos, de consideraciones de interés social y/o público, etc.

-El profesor Desantes Guanter habla del Sujeto Cualificado de la Información, cuando se refiere al periodista, esto es, tenemos, o debemos tener, una cualificación, unos conocimientos, un oficio, unas consideraciones, una ética y unas responsabilidades... Y en todo ello hay que laborar.


-Decían los antiguos que el primer aprendizaje es básico para la sabiduría. Lo que aprendemos de nuestro entorno, de nuestra familia, de los que nos quieren, es crucial para lo que viene después.

Pero hay cuestiones ético-profesionales que hay que consensuar con el resto de compañeros, aprendiendo de los errores, procurando avanzar desde la auto-regulación.

Yo creo que tenemos que buscar el punto intermedio entre la profesionalidad, que se adquiere en la Universidad, y el oficio, que se consigue trabajando con buenos maestros.


-Las reflexiones, Carla, están ahí. Se trata de recogerlas cuando las condiciones son óptimas.

Creo que una ventaja del sistema "on line" es que, aunque parezca una paradoja, nos expresamos cuando queremos, es decir, en el momento que consideramos más oportuno, cuando tenemos la palabra adecuada y la valentía y el espíritu necesario. El momento lo ponemos nosotros, pues tenemos todas las horas del día para destacar nuestras opiniones y/o sugerencias.

-Mira mis mensajes anteriores y verás cuál es mi definición de periodista, siempre con la premisa de una educación/formación universitaria.
Yo no creo que el Periodismo se extinga: creo que se está transformando, que nos estamos mudando hacia otra dimensión que espero que sea mejor.
Desde luego está en juego nuestra credibilidad. Sí te digo que hay más personas honestas que deshonestas. En nuestra profesión, la mayoría, a veces un poco más silenciosa, practica un excelente periodismo. Mientras sea así, nuestro futuro, y el de la ciudadanía, está garantizado.
Debates como éste nos enriquecen.

-No me gusta la palabra fin. Prefiero la transformación, porque, además, es así: estamos en perpetuo cambio, aunque no nos demos cuenta.
Creo que las ideas lo "aguantan" todo. Lo importante es su puesta en escena, y en ello nos debe mover algo básico, la buena intención.
Hablo de buena intención para comunicar en este caso, de buena intención para rectificar si nos equivocamos, de buena intención para reconocer nuestras limitaciones, como hace Wendy, de buena intención para ser buenas personas...
Pero, claro, esto que digo son palabras, y a los seres humanos se nos conoce por lo que hacemos. Si no actuamos bien, por lo que sea (por dejadez, por falta de formación, por carencia de interés...), no somos buenos periodistas.
Sé que es filosofía, pero eso define nuestra forma de ser. Los primeros periodistas que se formaron en algunas universidades españolas salieron de una rama que se llamaba comunicación social, cuya matriz era la carrera de filosofía.
Estoy de acuerdo en que un título no hace a un periodista, pero creo que el ser humano avanza, y mucho, con la Academia. Aquí estamos.

-Una magnífica reflexión de nuevo. Creo en el trabajo desde la responsabilidad y el respeto. Las nuevas tecnologías, bien utilizadas, nos dan una inmediatez y cercanía que hemos de optimizar desde la profesión periodística.

-La labor de servicio público no sólo es hermosa: es, ante todo, una necesidad.
Hemos de procurar no alarmar, sino tranquilizar. Contar con paciencia, con sosiego, lo que pasa y las circunstancias de los que han sufrido una desgracia puede contribuir a no generar nuevas víctimas, esto es, víctimas secundarias o terciarias (no por tener menos importancia, sino por producirse más tarde). Evitemos, pues, entre otras medidas, generar esa truculenta dinámica de más victimización.

-Yo veo que, al menos en principio, el periodista tiene más responsabilidad incluso que un comunicador, esto es, en su trabajo, en nuestro trabajo, hemos de apelar a una mayor responsabilidad ética y deontológica.

-Yo creo en la autorregulación de los medios, de los profesionales mismos, y de la sociedad, que ha de ser tolerante en el consumo de unos espacios y no en otros. No caben hipocresías del tipo "este programa no me gusta, pero lo veo".
Si un programa no se ve, o si un diario no se lee, más pronto que tarde desaparecerá.

-Creo en la denuncia ciudadana, y creo en ese organismo que ha de ser consensuado por todos y tener un valor moral alto. Sus opiniones no han de tener valor vinculante, pero sí una alta catadura para la sociedad.

-La autorregulación es también la opción y la actitud que nos llena de coherencia respecto de los poderes sociales y de la ciudadanía misma.

-Más formación, más cultura, más comprensión, más universales de convivencia... y vuelta a empezar.
En España tenemos muchas leyes que se incumplen en materia de Comunicación. Pensemos, por ejemplo, qué pasa cuando las víctimas son menores, o en lo que se refiere al derecho a la intimidad de la cada cual o al derecho al olvido...
De lo que se trata, ante todo, es de tomar conciencia. Creo.

-Llenar el vacío produce vértigo pero es una necesidad para mantener el camino.
Acciones concretas son foros como éste, acciones concretas son encuentros entre periodistas, acciones concretas es hablar de lo que no nos gusta, y acciones concretas es no hacer lo que no nos gusta, empezando por nosotros mismos.
Por otro lado, estoy de acuerdo en que la ética es una posición individual, pero no tiene sentido si esa autorregulación no es fruto de la conciencia colectiva.
Si yo no introduzco en mi reportaje una foto de un accidentado o violentado en primer plano, para no socavar su dignidad y sus derechos, pero sí lo hacen la mayoría de los medios de comunicación, si yo no lo hago, repito, lo estaré haciendo bien yo, pero el daño seguirá existiendo.
El daño se producirá sobre todo si los consumos de la audiencia se producen y si son altos, y pensemos también que cuando un colectivo hace un mal todos nos sentimos perjudicados, pues, como en literatura, se produce lo que se llama sinécdoque, se ve el todo a partir de una parte, en este caso negativa.
En fin, que poco a poco debemos tomar conciencia desde lo individual hasta lo colectivo, aunque nos lleve mucho tiempo, que llevará.

-Yo estoy con Carlos en la necesidad de una autorregulación.
Por supuesto, cada país y su ciudadanía son soberanos para decidir lo que crean más conveniente según sus circunstancias.
Sí os digo que creo en el gran poder de la cultura y de la formación. Alguien hablaba del poder de los consumidores, de los usuarios.
Podemos no consumir determinadas actitudes, programas, empresas, formatos, presencias...
Si no los consumimos, no existirán antes o después. Por eso debemos educarnos en el respeto y en la tolerancia y en desistir de consumir lo que no tenga como valor universal el ser humano como auténtica medida.

-Intentad crear un foro de opinión, presidido por los periodistas más veteranos y de una mayor reputación. Llevará tiempo, pero lo importante es continuar ofreciendo, como dices, propuestas y alternativas de mejora.

-Creo en esa "trazabilidad". Con otros profesionales estamos trabajando en la Universidad de Murcia. La idea es que todos aportemos nuestro granito de arena.


-Coincido con vosotros: toda violencia es una agresión al ser humano, que queda dañado en su dignidad, porque la sufre, porque la tolera, porque la amortigua, porque mira para otro lado, porque no sabe o no contesta...
Debemos ver la violencia, en este caso de género, como algo que atañe a todos, y, además, debemos imprimir una especial sensibilidad pues el sexo no ha de advertirse como un concepto globalizador, sino como esa cuestión de complemento entre iguales que nos destaca la Naturaleza misma.

-Estoy de acuerdo.

Por eso en nuestro grupo de investigación intentamos hacer un seguimiento de la presencia de las víctimas en los medios de comunicación, y procuramos ver qué podemos hacer para mejorar su situación y su estima.

-Los códigos, compañeros/as, animan a generar conciencia, en este caso en el colectivo de los medios de comunicación y de sus profesionales.
No es fácil crear conciencia en este mundo de prisas y de lagunas de conocimiento, pero debemos insistir, sin prisa, pero sin pausa.
Es un hecho que no siempre se conocen los códigos deontológicos, y es un hecho que, incluso cuando se conocen, hay que refrescarlos. Es una labor amplia, pero mi premisa es que el consenso y el equilibrio han de ser los ejes básicos para todo este proceso.

-Por eso Carlos hemos de empezar a mover ya esas conciencias con foros de este tipo, con encuentros reivindicativos donde procuremos que estén la mayoría de los actores en los medios de comunicación, y siempre con el apoyo de la sociedad, que, a través de sus organizaciones y ciudadanos, han de opinar sobre una labor tan fundamental como la periodística.

-¿Y las Asociaciones Ciudadanas? ¿Y las de alumnos? ¿Y las de profesionales? ¿Y las de docentes, profesores, maestros...?

Tenemos que convenir en la pertinencia o no en función de si damos el beneplácito o no a un producto periodístico a través del consumo.


-No sé si era Esquilo el que hablaba de nuestra lucha contra el tiempo (imagino que han sido muchos a lo largo de la historia).

Lo cierto es que precisamos tiempo para formarnos, para refrescar lo que sabemos, para ponderar lo que nos llega del entorno, para profundizar en los conocimientos, para comprobar la certeza de lo que nos comunican...

El poder hacer las cosas con tiempo, el poder asumirlas y valorarlas temporalmente, es el eje de un buen quehacer periodístico, sin perjuicio de otros compromisos, obligaciones y deberes.

Hemos de demandar tiempo para hacer bien nuestras tareas.


-De acuerdo: La unión hace la fuerza. A menudo se nos olvida. Juntos podemos mejorar las condiciones de trabajo, y, por ende, la calidad del mismo.


-La autorregulación va también en este último sentido: tenemos que ser los mejores, en el ámbito profesional, empresarial, ético, cultural, formativo, etc. Eso supone un esfuerzo continuo y permanente, donde la ciudadanía debe ser cada vez más exigente con los consumos, con sus propias actitudes y con todo lo periodístico.


-Claro que queda mucho trabajo.

Las intenciones están ahí, y también los objetivos primordiales.

Ahora se trata de sistematizarlas, de ponerlas en valor, de comprender lo que significan, y de darles difusión y sustancia.

Para ello las tenemos que comentar y debatir entre nosotros, los profesionales, y con la sociedad, y comunicarlas a los que ahora se están educando, a los más pequeños (chicos y chicas) para que más tarde los consumos y sus comprensiones hacia nosotros sean más auténticas y coherentes.

Un abrazo enorme. Me emocionáis, de veras, con vuestras aportaciones, tan llenas de honestidad, que es una palabra que debemos recuperar los periodistas.


-Por eso, amigo, creo que un primer paso sea poneros en marcha ya.

Cerrad en los próximos dos o tres meses un código de buenas prácticas y quedad en un encuentro para su debate, discusión y operatividad.

*Sólo dos cosas:
-A mí las intervenciones estatales me dan un poco de miedo. Hemos de confiar en las leyes y en la justicia cuando no se cumplen los códigos civil y penal.
-Por otro lado, si tenemos cultura, si sabemos elegir, nadie nos venderá lo que no queremos comprar.

-Ésa es la clave: La corresponsabilidad.

Debemos ser más pro-activos, y procurar que los demás también lo sean.

No será un itinerario fácil, pero nadie ha dicho que las grandes causas sean cómodas.

Procuremos una educación y unos buenos hábitos para todos, desde el conocimiento plural, y seguro que iremos avanzando.

-En todo caso, como diría un letrado amigo mío, vamos a centrarnos en el tema que nos ocupa y en el que podemos incidir todos y cada uno de los profesionales de la información. Me refiero a nuestra actitud. Hemos de mejorar, buscando esa mesura de la que habláis algunos de vosotros. Poco a poco podemos hacer grandes conquistas.
No desdeñemos el poder de querernos y de respetarnos un poco más, bajo dosis importantes de equilibrio y de prudencia, así como de formación y de cultura.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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