domingo, 15 de enero de 2012

2011, AÑO INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES Y DE LA QUÍMICA

Es una paradoja. El 2011 fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas Año Internacional de los Bosques, y también, en paralelo, de la Química. Dos caras, quizás, de la misma moneda, pero con visiones muy dispares de por dónde debe caminar el mundo. El hecho de que las perspectivas sean casi antagónicas no quiere decir que no se puedan complementar siempre que, como diría Aristóteles, nos ilumine un sentido de la equidad y del respeto a los derechos de los demás.

Hay que preservar nuestros bosques. Es obvio. Producen oxígeno y mantienen los ecosistemas, contribuyendo a detener o, cuando menos, a ralentizar el llamado “Cambio Climático”. Las talas indiscriminadas, los incendios intencionados, las roturaciones de tierras con plantaciones de monocultivo en busca de dividendos rápidos en vez en pensar en el futuro a medio o largo plazo son realidades que difieren muy mucho de lo que convendría hacer.

Lo que ocurre en el Amazonas, con la trágica deforestación, con la explotación de sus subsuelo, con la búsqueda y la extracción desaforada de petróleo o de metales preciosos, amén de otros desmanes, es el exponente de un “universo” que no cree en sí mismo, de un ser humano que no puede ser calificado como tal por acción u omisión, porque ve y hace, o porque ve y calla, que no sé lo que es peor.

En el otro lado, está el desarrollo de la química, de la industria, de compuestos que están contaminando un planeta que llega a su límite en este sentido, como en otros. No paramos, lo cual es un problema. Los residuos de basuras comunes, de metales súper contaminantes, de productos o derivados nucleares, de aceites, de petróleo, etc., así como las aguas polucionadas, junto a un aire cada vez de menor calidad, conforman un panorama que nos aventura más intensas o más nuevas enfermedades en forma de pandemias que nos pueden conducir por un futuro incierto, además de que, en este contexto, estaremos en manos de una Industria Farmacéutica o de la Salud con graves afanes de ganar dinero y de pensar únicamente en clave empresarial.

Nadie duda, por supuesto, de la necesidad de los avances, del progreso científico-técnico, también en el ámbito químico, con todo lo que ello supone, que es mucho, pero convendría que la desmesura no poblara el orbe, que precisa, como todo, de un cierto equilibrio. Si no ponemos límites a las ganancias y a los crecimientos, habrá un momento en el que mundo, ya pequeño, se habrá agotado, y no habrá nada más que romper o que contaminar. En ese momento la “Creación” será otra, y ya no tendremos sentido aquí, en el caso de que hayamos sobrevivido hasta ese instante.

Probablemente por eso no ha sido mala cosa que el año haya concertado a bosques y a químicos en la búsqueda de ese consenso necesario al que hay que poner nombres y apellidos para que, a la luz de las personas, no se cometan grandes atropellos, como está ocurriendo. Los profesionales de la ecología y de la química deben concertar y concretar qué hacer, pero ellos, y no sus empresarios, no los que sólo persiguen ganar suculentos dividendos. En el equilibrio está la virtud, en esto como en todo. El año no ha sido un buen ejemplo de ello, de lo que reseñamos, como viene aconteciendo en las últimas décadas, cuando no en la última centuria, pero, pese a todo, no debemos cejar en las labores de concienciación, que, a buen seguro, es lo que pretendía la ONU con la declaración de esos sendos años internacionales en uno solo. Toca, asimismo, pasar a la acción para que los bosques sigan existiendo y creciendo, y para que la química, lejos de ocasionar problemas, los solucione. En eso debemos estar. Todos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

No hay comentarios: