Aboguemos por el entendimiento, por el acuerdo, por la cultura de la cercanía y de la amistad como base para lograr que no haya conflictos, aunque no siempre veamos las diversas cuestiones por igual.
No carguemos más de lo debido, o podrá ser un problema, pues no llegaremos a nuestro destino, con lo que ello supone.
Suscitemos el debate como la auténtica posibilidad de aprendizaje y de cambio. Nos hemos de transformar de manera tranquila, aceptando que ganamos, que perdemos, que tenemos más o menos, que disponemos de algunas opciones, que fracasamos en otras. La vida es así.
No renunciemos a los sueños. Éstos nos mantienen con vida. Renunciemos, sí, a lo que nos hacer perder el tiempo permanentemente y sin fuste o valor. Hemos de estar serenos. Aquello que no nos aporte tranquilidad y sea prescindible hemos de decirle adiós.
No hemos de perseguir la transcendencia, pero sí estar a tono con las circunstancias que nos regala la vida, que son variopintas, y, sin duda, también buenas, de las cuales podemos aprender y sacar un buen partido si nos lo proponemos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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