Hagamos que el corazón funcione, que no fracase. Es el motor que nos une a los verdaderos intereses, que nos entroncan con las razones que podemos esgrimir con miradas extendidas hasta todas las opciones. No paremos las ideas que nos pueden fortalecer.
Hagamos que los compromisos nos permitan entender cuanto sucede por un universo de sensaciones hermosas, gratas, únicas, calmadas, rodeadas de objetivos aplicados a la voluntad misma. Nos podemos hacer más grandes con lo que nos rodea cuando miramos desde la óptica de los genuinos amigos.
Tomemos las más interesantes propuestas y hagamos que sean realidades densas. No rompamos ese ambiente que nos puede ayudar a seguir algunos itinerarios de gran potencia. Nos hemos de pretender con entendimientos extraordinarios y maravillosos.
Acuñemos las palabras más nobles, las más estimulantes, las que nos pueden brindar paciencia y buenos hábitos. Hemos de hallar el recorrido de la diversidad para dar con ese toque maestro que supondrá esperanza y buenas costumbres.
Soslayemos las cuestiones accesorias y elevemos a la autoridad de importante aquellas circunstancias, eventos o hechos que nos supongan un valor añadido en lo personal, en lo profesional, en cuanto a amistad y a salubridad societaria. Lo complicado lo hemos de convertir en sencillo.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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