Neutralicemos la vida con más vida, y seamos sencillos en las ocasiones que se nos vaya ofreciendo, o que podamos recoger. Tomemos con calma la existencia, que, pese a su brevedad, ofrece opciones. El mundo es maravilloso.
No neguemos las evidencias cuando se presenten, y seamos sensatos con las gentes que nos quieren, incluso cuando manifiestan ese amor desde la implementación de sensaciones más o menos consideradas. Hagamos caso al corazón como primer referente, al nuestro y también al que tienen esos allegados que nos prefieren tal y como somos.
Convenzamos con comunicación, con los argumentos que tenemos. Hemos de recordar que no andamos sobrados de oportunidades, que aparecen con lo poco y con lo mucho. Dispongamos la existencia con las flores que nos ofertan opciones de querencias actuales que hemos de refrescar siempre que podamos.
Apoyemos la vida con más intuiciones primeras, con ensalzamientos de los períodos en los que podemos construir la realidad desde el deseo más noble. Nos debemos procurar sosiego, y eso supone coordinarnos con los demás, con quienes nos añaden espacios que nos confunden con sus vaivenes maestros. Saquemos lo mejor de nosotros mismos y de quienes nos ofertan sus sonrisas y sus dudas también.
Acojamos el destino como esa gran oportunidad que nos promueve hacia mutaciones y transformaciones de una realidad que nos consuela con sus pequeñas cosas, que, sumadas, nos insertan en ese espacio-tiempo que nos corresponde, y al que debemos transferir los entretenimientos y las formaciones que nos aúpan y construyen en ciudadanía, una ciudadanía que se fundamenta, siempre, en la comunicación.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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