Sigamos en pie, sin que nos digan qué hacer y cómo hacerlo desde posiciones de ingenua desdicha y dejadez. Apostemos por reformas tranquilas desde la espiritualidad de las buenas costumbres.
Imaginemos que podemos y seguro que podremos en la ardua tarea de una coordinación de planteamientos cortos y largos. Hagamos que las emociones nos liberen de las cuerdas que no se ven.
Los descuentos de los últimos instantes nos deben implicar en las causas que no deben perderse por mucho que nos suceda. Nos hemos de mostrar con prevenciones de nobleza superior. Nos gozaremos, cuando actuemos así, desde los buenos formulismos y las mejores finalidades. Acotemos lo nefasto para que no nos devore.
Suspendamos esas iniciativas que no nos llevan a parte alguna y compliquemos los gozos con sombras de un aparataje estupendo. Lo hermoso está ahí. Se trata de poner todo nuestro empeño para verlo y sacarlo adelante. Nos debemos a nosotros mismos en lo individual y también en lo colectivo.
Comunicar sobre lo que acontece con calma y perspectiva puede ser un afán con el que adentrarnos por los vericuetos más lindos. Pongamos arrojo, todo el necesario, en nuestro devenir diario, y apostemos por ese futuro que está a la vuelta de la esquina.
Juan TOMÁS FRUTOS.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario