Las tecnologías han revolucionado todo, pero especialmente la televisión. La incursión de las posibilidades digitales, y, sobre todo, de la difusión a través de TDT ha mejorado la visibilidad, la capacidad, la calidad y las opciones de un medio que, cada cierto tiempo, se reinventa: nos referimos a la televisión.
Las mejoras cualitativas se unen a una mayor posibilidad de canales. Por donde antes transitaba un canal ahora van cuatro. Además, la imagen y el sonido se perciben más óptimamente. No olvidemos tampoco que cabe la posibilidad en el medio plazo de una mayor intercomunicación con los receptores, esto es, con los consumidores y usuarios.
Se plantea, por lo tanto, una nueva realidad, que también afecta al escenario informativo, muy apegado a lo inmediato y a lo riguroso como fórmulas básicas para el éxito. Aquí, las tecnologías pueden jugar, y ya juegan, un papel extraordinario, como se señala en este trabajo.
No olvidemos, como también se constata, que básicamente el lenguaje es el mismo, pero sometido a más premura y a más interacción.
También su penetrabilidad es más grande. Los programas se pueden guardar, repetir, demorar, revisar, etc. Por lo tanto, su consumo tiene el valor añadido de que es más fácil de aprehender.
Los avances cuantitativos y cualitativos han sido, y son, tan extraordinarios en poco tiempo que todo parece indicar que habrá más en un corto período de tiempo. Deberemos estar atentos.
Por cierto, defendemos que las ideas sobre estos perfiles estén bien hilvanadas y esquematizadas, proponiendo constantes mejoras y alternativas, cuando fuere el caso. Los procesos dinámicos tienen eso: hay que mirarlos a la cara y transformarlos hasta que den el cien por cien. Claro que sí.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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